Llegamos al parque y Lola se dirigió de inmediato a una goma que se balancea de diversas formas… Puedes hacer que se columpie de forma tradicional (al frente y atrás) o de forma circular. También puedes hacer que gire y gire sin columpiarla. Mi hija disfruta muchísimo el columpiarse, sobretodo si yo la estoy empujando. Realmente les confieso que no me divierte mucho empujarla, pero la sonrisa pintada en su cara me motiva a hacerlo por periodos bastante largos (creo), de 15 a 30 minutos. Este es un momento ideal para conversar con nuestr@s chic@s de diversos temas (la naturaleza que observan, de cuando eras chic@, etc).
Esta es una de las atracciones favoritas de este parque… y para los que no tienen una “goma” como esta en un parque aledaño, los invito a guardar una goma en el próximo cambio de su auto… No debe ser muy difícil y en momentos de austeridad todos debemos desempolvar nuestra gaveta creativa…

Si encuentras que el proyecto de la “goma” es muy ambicioso, quizás te atreves a intentar este; una tabla re-usada y una cadena o soga para amarrarla a un árbol. Este es otro de los atractivos favoritos de este parque ¡y la diversión aquí es doble! Puedes sentarte junto a tu chic@ y mecerse cómodamente. Este tipo de columpio (además de desarrollar el balance) si se utiliza en pareja, desarrolla destrezas de trabajo en equipo, observación y de sincronización.

Luego de mecernos por un buen rato regresamos a la casa para refrescarnos y poco después comenzó a llover. En nuestra familia TOD@S disfrutamos de una mojadita en la lluvia de vez en cuando. Esta es una actividad que a l@s chic@s les encanta (sobre todo si mamá y papá salen a mojarse con ell@s) y también es gratuita.

Después de la lluvia quedan charcos por todos lados y Lola encontró uno que para ella era un río “con cascada y todo”.

Me preocupaba un poco porque el agua salía por aquí…

Pero mi esposo me convenció de que era agua de lluvia y la verdad del caso es que se veía realmente clara.

Así es que Lola nadó en su recién descubierto río por un rato. Yo no pude oponerme mucho... sobretodo después del pasado artículo en el cual me opuse al mundo “antibacterial”.

Esta es la charca de Lola a la que bautizamos “cascada linda”.

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